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David Markson (1927–2010)

Auteur de La Maîtresse de Wittgenstein

21 oeuvres 3,821 utilisateurs 104 critiques 24 Favoris

A propos de l'auteur

David Markson was born in Albany, New York on December 20, 1927. He received an undergraduate degree from Union College and a master's degree from Columbia University. Besides being a writer, he also worked as a journalist, book editor, and periodically as a college professor at Columbia afficher plus University, Long Island University, and The New School. His works include Epitaph for a Tramp; Epitaph for a Dead Beat; This Is Not a Novel; Springer's Progress; Wittgenstein's Mistress; and The Last Novel. His novel, The Ballad of Dingus Magee, was made into a film starring Frank Sinatra entitled Dirty Dingus Magee. He was found dead on June 4, 2010 at the age of 82. (Bowker Author Biography) afficher moins

Séries

Œuvres de David Markson

La Maîtresse de Wittgenstein (1988) 1,521 exemplaires
Vanishing Point (2004) 490 exemplaires
Arrêter d'écrire (2001) 416 exemplaires
Reader's Block (1996) 396 exemplaires
The Last Novel (2007) 365 exemplaires
Springer's Progress (1977) 120 exemplaires
The Ballad of Dingus Magee (1966) 102 exemplaires
Going Down (1970) 78 exemplaires
Collected Poems (1993) 25 exemplaires
Epitaph for a Tramp (1959) 20 exemplaires
Epitaph for a Dead Beat (1961) 13 exemplaires
Miss Doll, Go Home (1965) 9 exemplaires
Great tales of old Russia (1963) 6 exemplaires
AMANTE WITTGENSTEIN. DL-366. (1995) 2 exemplaires
Women and vodka 1 exemplaire
Quel dritto di Fannin 1 exemplaire

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Critiques

Paradoxically, having practically gouged out my eyes reading large parts of Wittgenstein’s Mistress by David Markson, I consider it a very skilful and clever book, an impressive feat of writing and somewhat like a work of (conceptual) art.

It is a story narrated by a woman who is seemingly the last human on Earth. I say seemingly since this is never qualified by anyone else and is only the word of this somewhat unreliable narrator who could quite possibly be stark raving bonkers instead.
She feeds us her piecemeal story of a married life and son’s death before some supposedly Armageddon-type intervention leaves her alone on the planet (as far as we can tell), frequenting countries, cities and art galleries whilst ruminating rather obsessively and pedantically on life, culture and the world’s and her own personal history.

So why was it such a chore if it was so good? I confess that my experience of Wittgenstein’s work is very basic but I believe Markson deftly weaves the linguist’s particular style and concerns with language into this novel in the manner of obsession with meaning of the central character. Constant and meticulous attempts (bordering on fanatically pedantical affection) to communicate exactly what is meant take precedent over plot and like linguistic branches, tangents of miscomprehension are exhaustively explored before the initial point/route is rejoined a few paragraphs or pages later, to continue the ‘story’.

Yet this is all so very clever and impressive that Markson can so convincingly write as this possibly insane character lamenting her lost son and life whilst ruminating on so many facets of existence. It truly is a great feat of writing despite the fact that it makes it a real trawl to the end. If you are a fan of novels that make you work and think and concern themselves with what it is to mean and be understood - this will be right up your street.
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Dzaowan | 34 autres critiques | Feb 15, 2024 |
Gossip, factoids, zero narrative (or some very small fraction of narrative). I liked this more when I thought it was a one-off, but now that I realize that Markson has several books just like this...i don't get it.
 
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audient_void | 16 autres critiques | Jan 6, 2024 |
Interesting as a philosophical/psychological thought experiment, the subject being what it would be like to be the last person alive. Repetitive and almost completely without a plot.
 
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audient_void | 34 autres critiques | Jan 6, 2024 |
Aunque lo que Leonardo dijo en realidad fue que no hay mejor manera de estar cuerdo y libre de toda ansiedad que estar loco


Kate es una mujer que frisa los cincuenta años. Eso es lo que Cervantes si pudiera conocer los avances de la narrativa desde su invención de la novela moderna diría del personaje protagonista de La amante de Wittgenstein. Una mujer que del mucho pensar en la cultura, la filosofía, los libros y todo en una escorrentía repetitiva y desesperada de datos, nos cuenta mucho de su sufrimiento como última persona en este planeta. Un sufrimiento que es también su ansiedad por acapararlo todo y volverse loca en el proceso, convirtiendo su mente en una mezcla de situaciones, vivencias, recuerdos, reflexiones y posibilidades que termina haciéndonos sentir el dolor de una locura desesperada por sanar de la que solo podemos encontrar en la misma la desconexión total. El final imposible, el poema inacabado, el adiós irresoluble de la pérdida de sí aunque en su soledad no importe, es solo un vacío inocuo de sentido para su mundo lleno de objetos que solo ella puede apreciar y nadie más. Es la pérdida en la nada, grito ahogado de quien cansada de su existencia escribe su mundo que es ella en una continuidad desbocada hacia una locura que va dando tumbos hasta su psicosis definitiva.

Aparte de eso, la novela es también un compendio obsesivo de datos que se entremezclan constantemente en una maravilla de popurrí que nos deja perplejos del sinsentido de la humanidad, de la cultura, del mundo, en una realidad donde solo existe una persona que ya no sabe recordar y se esfuerza en no perderse a sí misma. Es desgarrador ver como todo se desmorona y lo único que nos consuela es la voz de una madre en sus últimos instantes en un par de ocasiones, como el recuerdo que hace que la protagonista no sienta que todo fue una pérdida de tiempo.

Nunca sabrás cuánto significa para mí que seas artista, Kate, me dijo una noche
.

Esos momentos conmovedores que nos hacen conectar con Kate, cuando no está buscando a un gato o a una gaviota para hacerle compañía. O se imagina un cuadro imposible que siempre tiene la escena definitiva. O se despeña con un monovolúmen por un terraplén al mar. O rema mar adentro viendo el reflejo de las llamas de su casa en las olas. O tantas y tantas situaciones entre absurdas, tristes, incomprensibles, divertidas y ansiosas de encontrar ese alivio que nunca llega. Cansarse constantemente y frustrarse también es conocer a una persona que grita al papel por no poder hacer otra cosa, hasta convertirse en un producto de sí misma o de la historia de la literatura o de no se sabe muy bien qué.

¿Habría tenido algún sentido que yo dijera que la mujer de mi novela un día se habría acostumbrado más fácilmente a un mundo sin nadie en él que a un mundo sin algo como El descendimiento de la cruz de Rogier van der Weyden, por cierto? ¿O sin la Ilíada? ¿O sin Antonio Vivaldi?


Hay muchas listas que se vuelven cada vez más largas, y que son tristes


Por Dios. ¿No debería dejar de preocuparme por corregir todas estas bobadas y limitarme a dejar que mi lenguaje saliera de la forma en que insiste en salir?


Aunque sin duda lo único que estoy pensando es que si hay tantas cosas que parecen existir únicamente en mi cabeza, cuando me siento aquí, entonces comienzan a existir también en estas páginas. Presumiblemente, continúan existiendo en estas páginas.
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AntonioSanAlo99 | 34 autres critiques | Dec 3, 2023 |

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