Son dos libros paralelos. El primero es la historia de una barcelonesa actual que se dedica a mirarse su ombligo, quejarse de su novio y soltar mordaces comentarios sobre la vida moderna patriarcal. Cuando el novio empieza a meterse en política y acaba dejándola, ella, tras autocompadecerse durante varios capítulos, organiza una venganza digna de la imaginación de un niño de diez años en medio de una rabieta. La segunda historia es otra mujer, pero en la Inglaterra del siglo XVII. Tras morir su esposo (por supuesto, un cabrón, pero no más que culaquiera en sus circunstancias) se encuentra en la miseria, así que emigra con su hijo (que no es suyo, sino de una amante de su difunto) a la recién descubierta Massachusetts, donde se va haciendo un hueco. Contacta con un grupo de mujeres que se dedican a hablar de religión entre ellas, con la tolerancia de las autoridades locales. Pero el grupo se va a la mierda cuando entran en él los hombres, sobre todo un predicador. Nuestra semi-protagonista consigue escapar y se establece más al sur, en la actual Nueva York. Todo eso nos lo cuenta insistiendo en que está enterrada (¿enterrada viva?), pero luego no nos explica nada al respecto. Ambas historias se unen en un final deleznable, equivalente a la aparición de una nave alienígena o a un apocalipsis zombi; no me refiero a lo que cuenta, sino a la impresión que me ha dado.
Lo lamento, pero mi roma inteligencia masculina no alcanza a entender la conexión entre las dos historias. La primera me parece aburrida, previsible y pueril. La segunda, basada en sucesos reales, me ha interesado bastante más, no solo por lo que se cuenta, sino también por los personajes, mucho más perfilados. Bueno, ambas historias tienen en común que la culpa de todo es de los hombres, nunca de esas mujeres siempre víctimas. Pero la segunda, la puritana, al menos muestra ganas y agallas suficientes para rehacerse sin mirar demasiado atrás. En mi opinión, es lo único que salva a este texto.… (plus d'informations)
n el verano de 2014 una mujer que acaba de ser abandonada por su pareja huye de Barcelona a Madrid con un secreto y la convicción de que le apocalipsis se acerca. Cuatro siglos antes, otra mujer, Deborah Moody se ve obligada a emigrar a las colonias de América del Norte cargando a su vez con otro secreto muy distinto. Sus voces desgranan dos historias cruzadas sobre violencia e hipocresía, brujas y curanderas.
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Lo lamento, pero mi roma inteligencia masculina no alcanza a entender la conexión entre las dos historias. La primera me parece aburrida, previsible y pueril. La segunda, basada en sucesos reales, me ha interesado bastante más, no solo por lo que se cuenta, sino también por los personajes, mucho más perfilados. Bueno, ambas historias tienen en común que la culpa de todo es de los hombres, nunca de esas mujeres siempre víctimas. Pero la segunda, la puritana, al menos muestra ganas y agallas suficientes para rehacerse sin mirar demasiado atrás. En mi opinión, es lo único que salva a este texto.… (plus d'informations)