Joel Cano

Timeball es una obra de teatro muy peculiar, que se presenta como un “juego de naipes para cuatro directores-actores”. Afirma en los preliminares que aunque el deporte nacional de Cuba es (irónicamente) el béisbol, también se practica el timeball, que consiste en dejar correr el tiempo. Y así se refleja en la obra, de 52 naipes-escenas intercambiables, que alternan los años 1933, 1970 y el “no-tiempo”, usando siempre los cuatro mismos personajes, a veces desdoblados, repetidos, desdibujados o confundidos con iconos de la cultura popular: Chaplin, Lenon, Marilyn…

En Timeball el tiempo aparece como una ilusión, una mentira más, al igual que la patria o la identidad. Se demuestra en el planteamiento de la obra como juego, en las escenas repetidas, las didascalias imposibles, la falta de nexos … Se intercalan monólogos acerca del sentido de la existencia con escenas alegóricas en la que el mundo se desquebraja y se crea de nuevo, ppara permanecer, en esencia, igual que antes. En resumen, todo un conjunto de recursos cuya intención última es producir una sensación de inmovilidad, de impotencia e insignificancia de los actos humanos.

Desde que descubrí la existencia de este texto me han intrigado su estructura y el verdadero desafío que supone para un director de escena su representación… ¿Cómo se lleva al escenario una acotación como “Beata es un país”? Pertenece, pues, al género de obras dramáticas en las que el único escenario ideal es la mente del lector del texto. O lectores. O jugadores. Esto no es teatro, juego ni vida. Es Timeball.
(reseña copiada del blog de Alberto Casarrubios)… (plus d'informations)