Corre el año 1345 y en Francia reina el caos. La nobleza y el clero, más corruptos e intrigantes que nunca, no logran imponer moral ni ley. Bandas de forajidos se suman al hambre y a las epidemias, sembrando el pánico en una población ya amedrentada por el convencimiento de que el fin del mundo se aproxima. Mientras unos pocos quieren redimirse mediante penitencias, son muchos los que buscan el consuelo de los goces carnales y se refugian en el Bosque de Piedra, entre Valence y Aviñón. Sobre esas rocas en forma de falo la astuta Marion ha construido un burdel tan singular e imaginativo como ella misma, y de tan diversa oferta como sus putas; jóvenes recién salidas de la niñez, matronas opulentas, bellezas de modales señeros y hasta alguna amazona de carácter feroz. Todas pueden satisfacer los antojos masculinos, no en balde están adiestradas por Marion y saben que de esa capacidad depende su supervivencia. Por su parte, madame Marion ha roto con Rémi el Tuerto y, demostrando que los celos del bandido eran fundados, ahora vive con el joven Yvain un idilio sin tregua, a sabiendas de que pronto dejará de ser deseable, algo más cruel para ella que todos los augurios del Apocalipsis. Mala Vida sumerge al lector en una pasado histórico reconstruido fielmente gracias a unos personajes de sobras verosímiles. Porque nada es tan humano como la rebeldía de esos aventureros, que luchan por convertir cada día de su precaria existencia en un festejo de la sensualidad. Y, para excusar su escasa virtud, nada más idóneo que la ironía y el jocoso lenguaje de Suzanne Bernard, la autora de esta novela deliciosa que celebra la carne sin olvidar los placeres de la mente.