El personaje central es Luis Suñén, un paparazzi marbellí que resulta ser un excura argentino que durante la dictadura se hizo montonero y le mataron a su novia. También está Lavagna, un abogado blanqueador de dinero, antiguo militar argentino, responsable de la muerte de la novia de Suñén. Naturalmente, Suñén le busca para matarlo, con la complicidad de otros exguerrilleros. Y luego la mantenida de Lavagna, María, una espectacular mujer que acaba enamorándose de Suñén. Y el policía Valero, hijo de sindicalista, especialista en delitos financieros y que se hizo famoso por destapar un serio asunto (el de Gescartera, aunque no se llame así) pero que acabó molestando a la CIA (de la que Gescartera era una financiadora) y le matan en connivencia con su compañera, una espía, y su nuevo jefe, que acaban llevándose la pasta que Lavagna iba a blanquear. Y Moreno, antiguo policía y encargado de la seguridad de Lavagna, al que quiere traicionar, pero a su vez es traicionado por María, compinchada con los polis corruptos para que respeten a Suñén, aunque al final éste va y se suicida. La verdad, la novela trata de un montón de mierda y deja un gusto amargo. El autor sigue los cánones, aquí centrado sobre todo en los cambios de identidad de los personajes (sólo Valero es quien parece ser), más rápidos cuanto más al final. Pero por momentos me da la impresión de que hay algún que otro ajuste de cuentas, y eso no le sienta bien a una novela de género, y menos a éste género. El autor tiene que tomar cierta distancia para que a uno no se le caiga el mundo encima y acabe pensando que no tiene por qué pagar los problemas personales del que escribe. ( )