La idea es reordenar la "Crónica del Rey Don Pedro", estructurándola en capítulos que responden a la diferentes tramas: la historia de de María de Padilla, la de la reina Doña Blanca, las varias guerras civiles, etc. Además, se han seleccionado exclusivamente los episodios dramáticos o truculentos, las historias que incluyen o terminan en muerte, con la clara intención de presentarnos al rey protagonista como una especie de loco asesino en serie, o casi. Esta visión del rey Pedro I es la más popular, pero existe otra, más académica pero no menos cierta, que lo presenta como un adalid del absolutismo regio contra los señores feudales, es decir, como un "progresista" de la época. Y además, no más fiero o cruel que cualquiera de sus equivalentes contemporáneos. Ridruejo ha tomado partido aquí por la visión negativa, que conecta con el discurso de exaltación de los Trastámara culminando en los Reyes Católicos, héroes de la modernidad absolutista y factores del Imperio glorioso, y demás parafernalia. No nos engañemos. Aunque el editor deja bien claro desde el principio su papel en esta reescritura de las crónica, no por ello es menos inocente. Con todo, el resultado es literariamente bastante atractivo, aunque el lector debe permanecer siempre alerta ante esta forma artificiosa de contar la historia. ( )