La obra de Lartigue constituye un documento extraordinario para conocer la forma de vivir de una generación que descubrió la moda, el deporte y las competiciones de motor. Sus fotografías reflejan la rápida transformación de las costumbres, el estallido de novedades, la vibración de las cosas y, al mismo tiempo, la búsqueda de los pequeños detalles, del instante perdurable y atemporal, con unas ideas estéticas que proponían la renovación del lenguaje fotográfico. La muestra, compuesta por más de doscientas piezas, hace especial hincapié en los temas que resultaron una constante durante toda su carrera: la fotografía como instrumento de la memoria, una herramienta para capturar la fragilidad de la existencia y la brevedad de la felicidad.