"La vida es sueño" es, de siempre, una de las obras literarias que más me ha impactado, sobre todo, por su vertiginoso acto primero, donde se insertan algunos de los monólogos más fascinantes que se hayan escrito nunca. Es sorprendente la mezcla entre una acción que no han conseguido igualar, en cuanto a rapidez y movimiento, ni las más alocadas películas, con momentos de reflexión tan seria, profunda y amena a la vez. El verso barroco español llega aquí, creo, a una de sus cimas.

Respecto a "El gran teatro del mundo", lo empecé con cierta prevención, por aquello de la alegoría y de la distancia mental con el siglo XVII. Al principio asusta un poco, porque uno no se acaba de enterar bien de qué va. Pero enseguida se le coge el truco y lo cierto es que me ha resultado más divertida de lo que pensaba. Calderón sabe ser mordaz incluso en los momentos más solemnes y la idea de representar al mundo como un teatro, donde el "autor" (y dueño, en la época) es figura de Dios, el "mundo" es el, digamos, atrezista, y los personajes reciben sus papeles para representarlos y luego quitárselos y ser juzgados me parece muy interesante, aunque probablemente no sea original de Calderón. ( )