Valentín volvía en coche con su familia cuando ocurrió un accidente y murieron todos: su abuelo, su madre, su padre, su hermana y él. Lo siguiente que recuerdan es despertarse en los ataúdes con mucha hambre y ganas de probar la sangre..., bueno... los chorizos de sangre. Valentín y su familia se habían convertido en ¡vampiros! No os creáis, la vida de un vampiro tiene sus más y sus menos. Vivir eternamente parece bueno (el abuelo está muy contento); sin embargo, su hermana está enfadadísima con la perspectiva de tener siempre seis años.