El trabajo gráfico de Woodring es reconocible al instante. Se trata de un artista con un estilo tan propio que su descripción se hace difícil. Baste decir que las interpretaciones del dibujo son insondables: si bien personajes antropomórficos, como el protagonista Frank en esta historia, resultan un tanto infantiles, la imaginación que desborda su entorno y los demás extraños seres que pululan el universo creado por Woodring llevan al lector (ojo, al lector gráfico pues la narración es sin palabras) a fantasías surrealistas en un blanco y negro brillante y formato uniforme de seis viñetas (salvo algunas a media y otras a doble página, además de oportunos acentos secuenciales). El hilo del mensaje secuencial está perfectamente hilvanado con el argumento y la intriga de las palabras que se adivinan. Todo un ejemplo de pictoliteratura en su máxima expresión. Congress of the Animals también ilusiona gracias al relato humanista que desarrolla Woodring. ¡Una verdadera gozada! ( )

A little less sinister than Weathercraft and therefore a little less enjoyable but really there is only one Woodring and either you jive with him or you d-d-d-d-d-d-d-d-d-d-d-d-d-don't. ( )

As with last year's Weathercraft, Jim Woodring has delivered another book-length novel set in his imaginary world of the Unifactor, and this time around, the focus is all on his best-known character, the anthropomorphic Frank. Once again, the narrative lacks any dialogue, but certainly does not lack for mystery, adventure, and visual splendor. And better yet, Frank finds a love interest this time around! Woodring's work is so unique that it makes no sense to try and articulate exactly what happens in these pages, but suffice to say that his work is as brilliant as ever, and he continues to expand the definition of just what it is possible to express in the graphic novel format. ( )