Antonio Lugli

CABALLEROS DEL REY ARTURO

Una vez, un hombre con gran experiencia en cuentos de caballeros andantes gustan a la gente fresca
Dijo exactamente eso: a la gente tresca. Los que le escuchaban se quedaron un tanto perplejos.

Luego recapacitaron y reconocieron que aquel profesor tenía razórn. Pero, ¿quién es la gente «fresca»? Son todas aquellas personas que no han perdido la capacidad de asombrarse ante las cosas. Las personas cuya fantasía no ha sido todavía, y no será quizá jamás, anulada por la superficialidad de la vida diaria.

Son los jóvenes, los poetas y aquellos adultos que saben contemplar el mundo con una visión distanciada y amable, siempre con curiosidad.
Son cosas de niños, cuentos ya trasnochados, como solemos decir cuando nos referimos al mundo de la fábula... Cuando nos hacemos mayores, la fantasía ya no sirve para nada...

Sin embargo, nos es más útil que nunca; nos aporta una riqucza que nada puede quebrantar y hace que nos sintamos llenos de algo hermoso, renovado, «fresco», como decía el citado profesor. La costumbre de ver a través de
los ojos de la fantasía, además de los del rostro, nos ayuda a descubrir que el mundo, pese a todo, es fascinante.

Vemos un bosque y nuestra imaginación va más allá de la eventual utilización de su madera en, por ejemplo, la construcción. Dejamos volar nuestros pensamientos y, tras una frondosa encina, descubrimos a Lanzarote que descansa junto a sus armas; y entonces amamos ese bosque, lo admiramos y descubrimos su belleza natural. Vemos una fortaleza en ruinas y no pensamos inmediatamente en que puede ser un estorbo para el desarrollo viario de la región no que la contemplamos sorprendidos por su notable elegancia y nos parece verla en la época que los guerreros cubiertos con armaduras de hierro, los escuderos con lebreles y pendones las damas espléndidamente ataviadas cruza su puente levadizo.
Todo esto sucedió en realidad, hace ya tiempo. La imaginación nos ayuda a recuperarlo y a evitar que el pasado muera y sea sepultado en la indiferencia.

Por eso, todas las personas que no desean la muerte de ese pasado, que no quieren verse privadas de sus recuerdos y de su fantasía, acogerán con agrado una nueva serie de cuentos sobre caballeros andantes. Bien es verdad que se podría objetar que Arturo y sus valientes no existieron nunca... Sabemos muy bien que son personajes de ficción que salieron hace siglos de la pluma de trovadores que compusieron esos poemas de caballería para divertir a su público.

Es cierto que el rey Arturo, Lanzarote, Perceval o Pelinor no poseen la dimensión histórica de un Carlomagno o de un Julio César. Quizá ni siquiera existieron. Pero si existió el mundo el que vivían y una época en la que hombres fuertes y generosos cabalgaban de región en región, realizando grandes y nobles gestas. Quizá nunca lucharon contra magos o dragones, pero sí contra monstruos mucho más temibles: la brutalidad, la violencia ciega, el odio, la opresión、 la traición.

Lucharon contra la «incivilización», para decirlo con una palabra, y vencieron a ese gran monstruo. ¿Qué importa entonces si se llamaban Arturo o Perceval o de mil formas des-conocidas? Los nombres son como una simple etiqueta sobre una redoma: lo importante es el precioso líquido que el frasco contiene...… (plus d'informations)