El dâia de Navidad de 1886, Paul Claudel, un joven francâes descreâido, entrâo en Nuestra Seänora de Parâis e, impactado por la catedral, se convirtiâo al catolicismo. "En un instante mi corazâon fue tocado, y creâi []. Las lâagrimas y los sollozos acudieron a mâi y el canto tan tierno del Adeste fideles aumentâo mi emociâon", escribiâo. Cuarenta aänos mâas tarde, en 1926, un enigmâatico alquimista que firmaba con el seudâonimo de Fulcanelli publicâo el libro El misterio de las catedrales, donde aseguraba que habâia alcanzado un estado mâistico que âel denominaba "la iluminaciâon", y que logrâo contemplando las vidrieras de una catedral gâotica. Y es que, desde su origen a mediados del siglo XII, las catedrales gâoticas han ejercido una fascinaciâon extraordinaria en cuantos las han contemplado, hasta el punto de convertirse en la imagen mâas reconocible de una fabulosa y legendaria Edad Media en el imaginario colectivo europeo